La capital de la Costa del Sol siempre ha estado relegada al turismo de sol y playa desde que en la década de los sesenta se diese el boom turístico en tierra malacitana. Sin embargo, en los últimos años, Málaga ha dado un cambio radical y se ha vuelto más cultural, dejando claro que merece mucho más que ser simplemente una ciudad de paso.
A ello contribuye la gran eclosión de museos, algunos de ellos de renombre internacional incluso, y sus monumentos más importantes, de los que te hablaremos a continuación para ayudarte con una guía básica en tu viaje a Málaga.
“Nuestra Señora de la Encarnación” es el símbolo por excelencia de la ciudad. Se trata de una catedral que combina diferentes estilos artísticos entre los que predomina el renacentista y cuya historia está ligada a diversas teorías que la vinculan con EE.UU. y el pueblo de Antequera.
Su característica principal es la falta de la torre sur, razón por la que coloquialmente, y de manera cariñosa, se la conoce como “La Manquita”.
Que no os deje engañar: aunque la catedral de Málaga a priori pudiera ser un templo cristiano como otros muchos, su interior, en contraste con el exterior, no te dejará indiferente.
Esta fortaleza musulmana datada del siglo XI es una de las grandes desconocidas de Andalucía si tenemos en cuenta su increíble historia como bastión del reino nazarí.
Además, desde fuera parece mucho más pequeña de lo que realmente es por dentro, y las vistas que ofrece de la ciudad debido a su adaptación al terreno montañoso de Gibralfaro, en busca de esa función defensiva con la que nace, son espectaculares. La combinación de éstas con la flora de su interior y su rica arquitectura musulmana, te harán viajar en el tiempo.
Ligado al monumento anterior mediante la, hoy día, inaccesible “coracha”, nos encontramos con el Castillo de Gibralfaro, una fortificación musulmana construida en el siglo XIV con el fin de prestar apoyo militar a la alcazaba.
Lo más reseñable de este baluarte es su ubicación en el punto más alto de la ciudad, donde las vistas permiten apreciar Málaga en su apogeo, sobre todo desde su mirador homónimo a poca distancia de la entrada.
Se encuentra en calle Alcazabilla, a los pies de la mismísima alcazaba. Junto con ésta conjuga uno de los escenarios más impresionantes del centro histórico, aderezado además con otros lugares tan emblemáticos como las célebres bodegas el Pimpi o el prestigioso cine Albéniz.
A pesar de su “reciente” descubrimiento es un monumento esencial de la ciudad, donde los malagueños se dan cita para ver espectáculos de diversa índole y como recurso para clases escolares más interactivas.
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