MÁLAGA MUSULMANA

Si hay un adjetivo que describa nuestra ciudad, ese es sin lugar a dudas “cosmopolita”. Y es que hablar de Málaga es hablar de una amalgama cultural, de costumbres e historia que la han hecho ser la urbe tan interesante que es hoy día. Pero, si hay un periodo que haya sido especialmente notorio para nuestra provincia, ese es ha sido el musulmán.

Si quieres conocer la historia de la Málaga musulmana, y su gran relevancia dentro de todo el imperio islámico, échale un vistazo a este artículo y no olvides que puedes complementarlo con nuestras económicas rutas: visita guiada al teatro romano y la alcazaba de Málaga o nuestro tour completo de la Málaga musulmana.

Historia de la Málaga musulmana

Tras la caída del rey Rodrigo, último monarca visigodo, los musulmanes terminaron conquistando el territorio de la actual España. El general Tarik llega a principios del siglo VIII d.C. cruzando el famoso estrecho de Gibraltar acompañado de su gran ejército perteneciente al Califato Omeya, el cual estaba compuesto por bereberes en su mayoría, judíos, esclavos e incluso visigodos traidores. Sin saberlo, se da inicio a uno de los periodos más importantes de Málaga: el de su historia musulmana. Una etapa de esplendor que se convertirá en una de las más largas de toda la existencia de nuestra provincia y que dará inicio con la conocida dinastía ya mencionada de los Omeyas, familia con la que comienza nuestra islamización. Un complejo proceso de adaptación que encontraba sus detractores y resistencia en la zona norte de España, donde se mantenían aún vigentes las raíces godas.

No obstante, bien es cierto que los musulmanes supieron aprovechar la grave crisis por la que pasaban los visigodos, sustentada en una menguada y castigada población a base de numerosas epidemias y hambrunas, así como en las tradicionales disputas por la sucesión del trono. Además, la suerte estuvo también de su lado, pues la llegada tardía a oídos del Rey Rodrigo de la noticia sobre dicha conquista musulmana ayuda a acelerar la invasión sin demasiados problemas; pues él se encontraba batallando en vano en el norte peninsular. Así es como finalmente Málaga pasa a formar parte del Califato Omeya, comprendido entre los años 711 d.C. – 756 d.C.

Málaga musulmana
Málaga musulmana. Fotografía propia del Portal de Andalucía

A partir de este momento, nuestra provincia cuenta con su propio gobernador dependiente de los Omeyas, y Al-Ándalus quedará dividida en provincias (o coras) con sus respectivos distritos y capitales. En nuestro caso será la llamada “Rayya” y nuestra capital pasaría a ser Archidona, si bien es cierto que Málaga capital también era muy importante gracias a su puerto y por su gran población.

De igual forma, cabe decir que se trataba de un tipo de gobierno muy inestable, cuyos habitantes se dividían entre los que se refugiaron en lo que hoy sería El Parque Natural de los Montes de Málaga, y los que terminan integrándose en la sociedad musulmana pero con cierto recelo, como los que se ven forzados a hacerlo para no pagar tributos con el fin de mantener su identidad religiosa y los bereberes. Éstos son los que darán pie a numerosas y asiduas rebeliones, que, junto con los continuos cambios de los gobernadores civiles, traerán consigo la sensación de incertidumbre e inseguridad en Málaga. Como resultado, esto se traduce en la huida de estas gentes al norte de España, lo que los cristianos aprovecharán para ir ganando terreno.

Parque Natural de Los Montes de Málaga. Fotografía del Torcal de Antequera

Mientras tanto, los Abasíes, enemigos por excelencia de los Omeyas, conseguirán usurparles el trono y pasar por cuchillo a toda la familia a excepción de Abderramán I, quien consigue huir y llegar hasta nuestro país. Este nuevo Emir termina instaurando el Emirato Independiente de Damasco, o lo que es lo mismo, el Emirato independiente de Al-Ándalus o de Córdoba, comprendido entre los años 756 d.C. y el 929 d.C., cuya capital se encontraba en nuestra provincia hermana. De esta manera, Abderramán I consigue sacar partido de la situación tan inestable ya mencionada y romper lazos con los Abasíes, manteniendo así a la dinastía Omeya aún en el candelero.

Esto da pie a que con el paso del tiempo, e incluso de emires, la provincia de Málaga (en aquel momento Rayya) fuese poco a poco incrementando su importancia en todos los ámbitos. De hecho, nuestra capital llega a convertirse inclusive en la capital de nuestra cora, arrebatándole el puesto así a Archidona.

Sin embargo, esto no significa que las revueltas cesasen, sino todo lo contrario; pues las guerras internas entre clanes y también contra los cristianos seguirán sucediéndose, como buen ejemplo es la rebelión en contra del Estado Omeya que tuvo lugar en Bobastro, la actual Ardales.

De ahí también la importancia de Abderramán III, quien consigue exterminar la amenaza de Omar Ben Hafsun, el rebelde cabecilla de Bobastro. Y es que la política de este nuevo emir se caracterizó por pactos, alianzas y sus intentos por fortalecer las defensas contra los cristianos en pro de conseguir mantenerlos a raya a ellos y las fronteras. Así es como logró apaciguar la mayoría de las revueltas internas, si bien es cierto que no terminó con todas.

No obstante, este emir marcará un nuevo hito en la historia de Al-Ándalus, ya que se autoproclamará “Califa” y con ello tendrá lugar la independencia tanto administrativa y política, como la nueva independencia religiosa. Con él será con quien comience el célebre y corto Califato de Córdoba (de principios del siglo X hasta principios del siglo XI) y prosiga con su hijo Alhakem II, una de las etapas sin lugar a dudas más prósperas para Andalucía y por supuesto, para Málaga. Esto se debe sobre todo a la importancia del comercio, de la industria y agricultura, que incrementaron la economía de la ciudad gracias en gran medida por nuestro puerto, cuya importancia trascendía más allá de nuestro país.

El problema viene cuando fallece Alhakem y le sucede su hijo Hisham II, demasiado joven para ostentar el tan complejo papel de monarca. Tanto es así que termina convirtiéndose en el títere de Almanzor, quien siempre había sido uno de los hombres de confianza de los Omeya. Sin embargo, la familia de Almanzor termina sucediéndose en el trono por propio consentimiento del rey verdadero Hisham II, de tal manera que sumen a la población en una dictadura que terminará con numerosas revueltas que desembocarán en la Fitna, es decir, una guerra civil que se desarrollará durante más de veinte años.

Nuestra ciudad fue clave durante este conflicto bélico, ya que la capital del reino musulmán pasó a trasladarse de manera temporal a Málaga.

Aun así, la situación era insostenible, por lo que dicha inestabilidad desembocará en la implantación de los famosos reinos de taifas: esto quiere decir territorios pequeños e independientes a nivel político, que tienen su propio rey y funcionan a modo de “clanes”. Una época muy convulsa en la que Málaga se conformará como una de las más importantes de todo el reino gracias, sobre todo, a su condición costera y su puerto marítimo.

Precisamente en estos momentos tan controvertidos es cuando nacen gran cantidad de alcazabas para defender a los ciudadanos y los respectivos reinos, como es el caso de la Alcazaba de Málaga. De hecho, si quieres saber más acerca de nuestra historia musulmana y conocer todos los rincones y secretos de nuestra inexpugnable alcazaba, ¡échale un vistazo a nuestro tour de la Málaga musulmana y a nuestra visita guiada del teatro romano y la Alcazaba de Málaga.

Alcazaba de Málaga. Fotografía de Memorias de Málaga

Nuestro monumento adquiere su apariencia actual gracias al rey zirí de Granada Badí Ben Habús, quien termina arrebatando Málaga a la dinastía Hamudí procedente de Marruecos y que tanto poder tenían en nuestra tierra.

Al final, y pese a que a la muerte de Badí la ciudad de Málaga pasa a formar parte de la delegación del también zirí Tamim, los Almorávides, una especie de soldados-templarios nómadas procedentes del norte de África, serán quienes se hagan con la conquista de Al-Andalus para finales del siglo XI.

A través de su fe en el islam intentarán unificar el fragmentado reino del sur, aprovechando que la población estaba cansada de los pagos de tributos así como se alzan como respuesta ante el avance de los cristianos. Sin embargo, el problema contra los católicos no cesa, incluso salen nuevos enemigos como el famoso Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como “El Cid”. Esto supone que esa promesa de eliminar impuestos se rompa; pues la financiación tan necesaria de los ejércitos ha de salir de algún lado.

Como consecuencia de estas malas gestiones políticas y económicas, los Almorávides empiezan a perder su poder y vuelven a surgir unos segundos reinos de taifas, como es el caso de Málaga, a manos de la familia Banu Hassun.

Al mismo tiempo, comienza a surgir una nueva voz: la de los Almohades, que poco a poco comienzan a coger más fuerza. Un nuevo linaje procedente de Marruecos que siguen la misma estela de sus predecesores, ya que conquistan la Península e intentan unificar el reino a través de una visión mucho más radical del islam.

Aun así, los Almohades también terminan adoptando una postura religiosa mucho más relajada de la que partieron debido a la influencia de la cultura andalusí. Es por ello que, al ver esto como una “bajada de guardia”, como una debilidad, dan inicio a la “Guerra Santa”.

Y aunque gracias a esto para la segunda mitad del siglo XII la gran mayoría de las localidades cayeron ante el poder almohade, los esfuerzos por mantener la unidad dentro del reino fueron inútiles; pues las sublevaciones promovidas por los antiguos gobernadores andalusíes no cesaron, apoyadas por la población ante el descontento debido a la obligación de perder sus costumbres y tan rígidas directrices religiosas.

Finalmente, el célebre conflicto de “Las Navas de Tolosa”, que toma lugar en Jaén, supondrá el fin del imperio Almohade, siendo la guinda del pastel a tantas guerras internas y múltiples conspiraciones.

Cuadro de la batalla de las Navas de Tolosa, Francisco de Paula van Halen y Gil, 1864

Así pues, vuelven a surgir unos terceros reinos de taifa durante el primer tercio del siglo XIII, que dará independencia a lugares como Málaga. Y así será mientras que la dinastía Nazarí va cogiendo cada vez más peso para terminar formando el imponente Reino de Granada en 1232.

Éste fue el último Emirato musulmán unido, reflejo de lo que un día fue esta civilización. Y Málaga, gracias a su puerto, fue la joya de este reinado nazarí. El último bastión de la reconquista católica que se dará a finales del siglo XV y que se irá aprovechando poco a poco de los múltiples problemas internos de los islámicos.

Más información sobre los musulmanes en Málaga

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